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Faenas que el Orinoco vertebra: la mirada de Marcos Vargas


Rómulo Gallegos, Canaima, Círculo de Lectores, Barcelona, 1974 (Cubierta, Liarte)

…el barco avanza y su marcha es tiempo, edad de paisaje

Rómulo Gallegos, Canaima



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Este ensayo, que integra la obra Grandes Ríos y Derecho del Trabajo, coordinada por el admirado maestro Antonio Ojeda Avilés, se suma al homenaje rendido a la memoria del Prof. Marcel Silva, con quien tuve el inmenso gusto de coincidir y departir –para no olvidar- en mis visitas a Bogotá, con ocasión del curso de maestría en Derecho del Trabajo y la Seguridad Social que dicto –desde 2017- en la Universidad Libre. Culto, comprometido y pugnaz; Marcel Silva es antónimo de silencio, olvido e intrascendencia.


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El ensayo explora el vínculo entre los Grandes Ríos –en mi caso, el Orinoco- y el Derecho del Trabajo, desde la mirada que ofrece Marcos Vargas, protagonista de la novela Canaima de Rómulo Gallegos, publicada en 1935 (Araluce, Barcelona).


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Canaima “comienza y termina con una mirada que avanza desde el Océano Atlántico, atraviesa el Delta del Orinoco y se interna en la selva guayanesa y sus poblaciones, para luego deshacer la ruta extraordinaria”[2]. Se trata de una “novela de bordes, entre una cultura y otra, […] entre unos sentimientos y otros, entre un paisaje y otros muchos, físicos o psíquicos”[3]. Ciudad y selva, civilidad y barbarie, ciencia y misticismo, avaricia depredadora y comunión con la naturaleza, riqueza y miseria, tierra y río, río y mar, efímera humanidad e inmarcesible naturaleza.


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Algunos de estos bordes son, en cierta medida, trazados -y desvanecidos- por los ríos que recorren la región orinoquense. La civilidad más allá del Delta del Orinoco y su mar dulce, dejando tras de sí “bárbaras tierras [y…] selva antihumana”[4], con rumbo a la isla de Trinidad y más allá, Norteamérica o Europa. En sentido inverso, la aventura violenta y la riqueza fácil para quien se atreva a serpentear el infierno verde[5]: “selvas caucheras desde el alto Orinoco y sus afluentes hasta el Cuyuni y los suyos y hasta las bocas de aquél, sarrapiales del Caura, oro de las arenas del Yuruari, diamantes del Caroní, oro de los placeres y filones inexhaustos del alto Cuyuni”[6]. Riqueza fácil pero efímera para el que trabaja, sobrevive y no concibe otra tierra ni otros ríos; riqueza infinita para el que explota a seres “embrutecidos y enfermos”[7] y ofrece los frutos –de esa tierra, esos ríos esos brazos- más allá del Delta de boca innumerable[8].


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Marcos Vargas, el protagonista de Canaima, oscila entre esos mundos contrastantes. Su tierra natal, Ciudad Bolívar, se sitúa en la intersección de varios ríos que conducen a las selvas ubicadas al sur, sirviendo -por ello- de base mayor de las empresas extranjeras y los aventureros, quienes al retornar de la selva traen consigo cuentos fascinantes de aquel mundo misterioso y se hacen acompañar, no pocas veces, de aborígenes curiosos por la vida fuera de sus tribus[9].


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Incluso, más emblemático aún resulta que a solo trescientos (300) kilómetros de Ciudad Bolívar, sobre las espaldas del Orinoco, traspasando el laberíntico umbral del Delta, se abra de par en par el océano Atlántico y, a través suyo, el resto del mundo.


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Marcos Vargas optó –sin cavilaciones- por la selva y la aventura. Será él, entonces, quien narre, en el ensayo adjunto -concebido como una especie de epílogo de Canaima-, sus viajes a través del Orinoco y sus afluentes, en vapores y curiaras, al lado de bogas y marineros, y sus experiencias –durante un intenso lustro- como carretero, purgüero, sarrapiero y minero; actividades todas ensambladas en torno a esa magnífica red fluvial.


https://drive.google.com/file/d/1QSuLYsdMZIsAwmbmccuNsd7XacSJTq5G/view?usp=sharing



[1] Publicó, entre otras novelas, El último Solar (1920), La trepadora (1925), Doña Bárbara (1929), Cantaclaro (1934), Pobre negro (1937), y Sobre la misma tierra (1943). Fue electo abrumadoramente (74,47%) como Presidente de la República de Venezuela en las elecciones del 14 de diciembre de 1947, con el apoyo del partido Acción Democrática, y fue derrocado por un golpe militar –cuya sombra se extendería casi un decenio- el 24 de noviembre del año siguiente. Fue el primer presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, electo en la sesión inaugural celebrada en Washington, D.C. el 3 de octubre de 1960. [2] Balza, José, “Se es o no se es”, Canaima / Rómulo Gallegos. Edición crítica, Charles Minguet (coordinador), 1ª reimpresión, ALLCA XX, Madrid, 1997, p. xvi. Recuperado de: http://www2.mshs.univ-poitiers.fr/crla/contenidos/Archivos/liminar/liminar_20.pdf [3] Biord Castillo, Horacio, “Los bordes y el corazón, los centros y la periferia: selvas, ríos y mundos de Canaima”, El Nacional, 5 de diciembre de 2019. Recuperado de: https://www.elnacional.com/papel-literario/los-bordes-y-el-corazon-los-centros-y-la-periferia-selvas-rios-y-mundos-de-canaima/. [4] Gallegos, Rómulo, Canaima, Círculo de Lectores, S.A., Barcelona, 1970, p. 10 [5] Ibídem, p. 164. [6] Ibídem, p. 9. [7] Ibídem, p. 29. [8] Parafraseando El viento en la isla, Pablo Neruda (1952): “…mientras la lluvia rompe contra el mar y la tierra su boca innumerable”. [9] Zhang, Juan, Rómulo Gallegos: compromiso intelectual y expresión literaria, Tesis doctoral, dirigida por Teodosio Fernández, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 2020, p. 174. Recuperado de: https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/693956/zhang_juan.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

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